"Encuentren la lesión, trátenla y dejen que la naturaleza haga el resto"

Dr. Andrew Taylor Still
(Creador de la Osteopatía)

Bases
Científicas

En estos principios científicos, entre otros, se sustentan
las bases de la Osteopatía Polivalente.

Primera ley de la Osteopatía: El cuerpo es una unidad

Todas las partes del cuerpo se encuentran integradas.

A nivel anatómico, puede observarse que la totalidad del cuerpo y sus sistemas están unidos por medio de la fascia (membrana fibrosa parecida a una tela, que envuelve todas las estructuras y las interconecta).

La Fascia es continua de principio a fin, de modo que une un sistema con otro y permite que trabajen en armonía.

En esta idea de unidad también se destacan la compensación y la adaptación.

El cambio en un sistema se acompañara de adaptación en otro, tratando siempre de mantener un sistema integrado y funcional.

Por tanto, una variación en cualquiera de los sistemas orgánicos ejercerá un efecto sobre otras áreas.

Una analogía para comprender este concepto es la siguiente: el cuerpo humano como una carpa de campamento.

La carpa posee una tela que la envuelve (sería la fascia o tejido conectivo) y palos que la sostienen (serían los huesos).

Si la carpa es traccionada o tironeada de su tela en un punto, èsta se inclinará y todo su sistema será “arrastrado” hacia ese punto o zona de tensión.

Esto hará que los palos que la sostienen también se reorganicen para que esta se acomode a esa nueva situación.

Al soltar la tela de la carpa, al liberarla, esta tiende a autoestabilizarse (vuelve a su centro, su eje, de manera automática).

Lo mismo ocurre con el cuerpo humano: si hay alguna restricción en el tejido conectivo o fascia, que genera una tensión en el sistema, este se adaptara buscando el menor gasto de energía, máximo confort y equilibrio.

El objetivo de la Osteopatía es liberar estas restricciones, para que el organismo pueda volver a su eje y  autoestabilizarse, como lo hace la carpa de campamento.

Segunda ley de la Osteopatía: La estructura gobierna la función

La estructura gobierna la función (y viceversa).
Cada parte del organismo humano tiene una razón de ser, una función
específica.
En el organismo existen estructuras ubicadas de acuerdo a su función.No es casualidad que una arteria este en un lugar determinado, una articulación tenga una determinada forma o que un músculo posea la fuerza y consistencia que lo caracteriza.
Un ejemplo claro es el aparato circulatorio:
Una persona sedentaria que inicia una actividad deportiva, comienza a generar en su sistema arterial y venoso nuevas conexiones entre los pequeños vasos (anastomosis), esto significa que la estructura vascular se modifica haciéndose más eficiente, porque los tejidos necesitan más oxígeno (entre otras cosas) por la nueva exigencia.
Al realizar ejercicio físico, se “modifica” la función y se cambia la estructura (nuevos vasos sanguíneos, músculos más potentes, etc.).
El cuerpo humano busca cumplir con tres leyes: confort, economía (gastar la menor energía posible) y equilibrio.
Para que esto se logre la función debe ser ejecutada lo mejor posible y con la menor cantidad de interferencias.
Otra analogía para entender esta ley, es el deterioro en el sistema osteo-muscular de los astronautas en el espacio.
El organismo deja de estar influenciado por la fuerza de gravedad: tanto huesos, músculos y articulaciones son menos requeridos y comienzan a deteriorarse (artrosis, atrofia y debilidad muscular).
Sería el efecto contrario al ejercicio físico: se produce un deterioro de la estructura y se altera la función.
Una restricción de movilidad en una estructura dificulta el buen cumplimiento de su función, asimismo, una función alterada provoca desequilibrios en la estructura antes mencionada.
La osteopatía busca mejorar la movilidad (micro movilidades) de los diversos componentes del sistema corporal, con el objetivo de que puedan cumplir su función correctamente.

Tercera ley de la Osteopatía: Mecanismos de autorregulación

El cuerpo humano está en constante búsqueda de equilibrio, como ocurre con un equilibrista que avanza sobre una cuerda, generando pequeños reacomodamientos para no caerse.

Este fenómeno se logra gracias a la integración de todas las estructuras que componen el organismo, que están interconectadas y su mutua influencia hace que este proceso de reequilibración se pueda llevar a cabo.

Las distintas partes del sistema corporal están unidas, ya que existen “cables tensores” que la recorren y envuelven (fascia o tejido conectivo); cuando se genera un estímulo en esta “gran tela”, este es transmitido y redistribuido por toda la red de tejido.

Sin embargo, cuando aparece una disfunción, el organismo tendrá que trabajar más para mantener el equilibrio; este trabajo adicional se conoce como carga alostática.

En caso de ser importante o mantenida, generaría posibles efectos así como dolor o malestar general.

Al eliminar la disfunción, se reduce la carga alostática y se recuperara el “equilibrio normal” generándose una mejoría local y general de la salud de la persona.

El objetivo de la Osteopatía es buscar estas disfunciones (perdidas de micromovilidades), y restaurar la función normal para que el organismo logre reequilibrarse por sí mismo.

Cuarta ley de la Osteopatía: La ley de la arteria es suprema

En 1874, el creador de la Osteopatía Andrew Still, comparaba al cuerpo humano con un campo fértil: si no es regado, la cosecha será inviable, no crecerá y se secará.

Algo parecido ocurre con el cuerpo humano: es fundamental la correcta circulación de los líquidos para el normal funcionamiento de sus células.

Cuando hablamos de líquidos, no solo nos referimos al flujo arterial, sino también el flujo de cualquier líquido orgánico, incluidos los líquidos arterial, venoso, linfático y cefalorraquídeo.

Cada célula del organismo se encuentra rodeada de agua, sì, ese espacio extracelular o MEC (matriz extracelular) posee un intercambio libre de fluidos, aquí es donde llegan los nutrientes necesarios y se eliminan los desechos producidos por el metabolismo celular.

Por tanto, cualquier trastorno en este sistema líquido tendrá un efecto, de forma directa o indirecta, sobre el bienestar del individuo.

Para que estos fluidos circulen libremente, es fundamental que el movimiento de todas las estructuras y tejidos del organismo se encuentren libres, permitiendo  asi el maximo flujo y potencial de los mismos.

La Resonancia Schumann

Dolores y malestares de cabeza, visión borrosa, ojos llorosos, mareos, zumbidos y molestias en los oídos, alteración en la memoria, desgano, fatiga, falta de coordinación, disminución en la concentración, alteración de la capacidad intelectual y de la lucidez, modificación en la percepción de la 3ª dimensión – la vertical, el horizonte y la profundidad—causante de alto porcentaje de accidentes viales, entre otros – bloqueos, cierta impotencia, alteraciones en el ritmo cardíaco y en la presión arterial, mal dormir, levantarse con cansancio, piernas pesadas, angustias y miedos sin motivos, aceleración o disminución del ritmo de la vida, mal carácter, alteraciones y disfunciones varias, percepción de que el tiempo pasa más rápido, etc.
Todos estos malestares o algunos de ellos puede deberse a no estar en sintonía con el planeta.
La Tierra tiene un campo electromagnético propio, el que por miles de años ha estado con una resonancia más o menos constante del orden de los 7,83 herzios de pulsaciones por segundo.
El Físico alemán W. O. Schumann constató este fenómeno, al que se le llamó “Resonancia Schumann”.
El ser humano y los demás vertebrados también tienen un campo electromagnético propio con una resonancia cerebral de 7,83 hz de pulsaciones por segundo. De esta forma los seres vivos estamos en concordancia con el planeta, lo que hace que podamos vivir en el mismo. Desde la década del 80 y en especial en la del 90, la frecuencia de la resonancia de la Tierra se fue alterando.
Esta alteración se debería a los cambios magnéticos por los que está pasando el planeta, como consecuencia de las explosiones y radiaciones que el Sol está produciendo
En Enero de 2006 se constató que el Polo Norte Magnético está a 1100 km de distancia del Polo Norte geográfico, previéndose que continuará su derrotero errático, agravando posiblemente la situación en los próximos tiempos.
Al cambiar la frecuencia de la resonancia magnética de la Tierra, va incidiendo en los seres vivos que la habitan, ya que estos continúan su frecuencia original, produciendo los inconvenientes antes mencionados.
La discordancia de las resonancias nos produce estos desequilibrios, los que a su vez nos descalibran el “arco voltaico” existente entre el oído interno derecho y el izquierdo, resultando por consecuencia una agudización de nuestras manifestaciones, en especial la agresividad, el mal humor, la intolerancia las alteraciones y desconcentraciones, etc.
El calibrado se realiza en una sesión con resultados totalmente satisfactorios.